Cualquier historia de amor es complicada. Pero algunas lo
son más que otras, y la nueva novela de Pérez-Reverte es buena prueba de ello.
Una historia de amor que comienza en un trasatlántico de lujo en ruta hacia
Buenos Aires, donde el bailarín mundano Max costa conoce a Mecha, mujer de la
alta sociedad cuyo marido, un compositor español, ambiciona componer el tango
de los tangos para ganar una apuesta. Una historia que se desarrolla a lo largo
de más de 40 años, y está llena de incertidumbre, ángulos oscuros y rincones
turbios. A lo largo de todo este tiempo, los dos protagonistas sólo se
encuentran en tres ocasiones: en el Buenos Aires de los años 20, Niza de los
años 30 y el Sorrento de los 60.
La novela tiene, por supuesto, muchos más ingredientes además
de la historia de amor: aventuras, robos de guante blanco, espionaje… Pero, a
diferencia de otras obras del autor, en este caso todo ello es sólo el
trasfondo, el escenario para la historia de Max y Mecha. Él es un buscavidas,
un hombre astuto y apuesto que intenta llegar al mundo cuyos orígenes humildes
le negaron, hecho de coches de lujo, ropa cara y fiestas con cubertería de
plata, y está dispuesto a conseguirlo a cualquier precio. Ella es una mujer
bien, que se mueve en ese territorio como pez en el agua, que, a pesar de no
haber conocido el lado duro y amargo del mundo, aporta la inteligencia y la
lucidez. Max, en su lucha por llegar a la cima, se niega a reconocer el amor en
su relación con Mecha, intentando evadirse, mantenerse indiferente (“la indiferencia
es la única libertad posible”) y dudando hasta el final. Ella, por el
contrario, es muy consciente de que eso es amor, y su mirada acaba por romper
la indiferencia de Max (una mirada que “hace sentir lástima por los hombres a
los que una mujer nunca miró así”).
Toda la historia posee, como hemos señalado, un trasfondo de
gran riqueza hecho por escenarios muy diferentes que constituyen, en su
conjunto, los últimos años de un mundo que las dos grandes guerras acabaron por
destruir: Europa como referencia moral, una sociedad en la que las maneras
(cierta forma de encender un cigarrillo, cierta forma de caminar, de atarse el
nudo de la corbata, de calzar unos tacones o de bailar) tenían una importancia
que ahora ya no tienen y podían incluso significar la diferencia entre el éxito
y el fracaso.
La novela no se desarrolla en absoluto de una forma lineal,
y los saltos hacia atrás y hacia delante en la trama nos permiten ir conociendo
y entendiendo mejor a los personajes y a sus circunstancias, manteniéndonos
atrapados y en constante suspense.
Una vez más, Pérez Reverte escribe una novela que engancha,
sin dejar por ello de ser compleja, con unos personajes nada planos y bien
dibujados, que nos transporta sin darnos cuenta a otra época, emocionándonos,
frecuentando hoteles de lujo, robando cajas fuertes, juagando al ajedrez o
bailando con sus personajes a ritmo de tango.